
Tiene esta fotografía su correspondiente poema. El montaje de una película deja al aire las vergüenzas de una situación difícilmente comprensiva. Cómo es posible que una empresa pueda gastarse dinerales en hacer un escenario y no aprenda de ello el Gobierno de Navarra. Actualmente Robin y Marian nos pasean por todo el mundo, eso sí, en el anonimato de un paraje convertido en anécdota.
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